Y esto de la ONU… ¿pa qué era?

De este modo, los que aún tienen esperanzas de que charranadas como lo que ha pasado en Venezuela, la solución venga de un lugar como la ONU, mejor que se den a las ofrendas a San Judas los miércoles, o a Santa Rita
The post Y esto de la ONU… ¿pa qué era? first appeared on Hércules.  La Organización para las Naciones Unidas, esa que está en Nueva York y cuya sede conocemos por las películas y porque parece sacada de Star Treck pero sin vulcanos ni gente de otros planetas verdaderamente interesante, dice que su labor y razón de ser es la de «mantener la paz y la seguridad internacionales», así como el «proteger los derechos humanos», imaginamos que no en el cosmos sino en los 193 países que integran esta cosa. ¡Ah, y se me olvidaba! También y acorde a la Carta de las Naciones Unidas, está comprometida en defender el derecho internacional y a obligar (¡ná menos!) a sus Estados miembros a cumplirlo. En esta megaorganización se ordenan por comités con foros tan interesantes como el de igualdad de género, que lo llegó a presidir un país referente del feminismo como… Arabia Saudí. ¡Cágate lorito!

Esta organización cuenta con una especie de gobierno, por así decir, que se llama Consejo de Seguridad, donde van cambiando los quince miembros que lo componen (¡qué democrático todo!), pero… donde hay cinco permanentes: Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Rusia y China. Y solamente estos cinco tienen una cosa llamada derecho de veto. Que quiere decir que si las resoluciones de este órgano baranda de la ONU, que son de obligado cumplimiento, alguno de esos cinco dicen que nanay de los nanay, se queda en papel mojado. En agua de borrajas. En un truño pinchado en una pica. Esta ONU tiene unas fuerzas armadas llamadas Cascos Azules (conocidos en su momento en los Balcanes como «los Pitufos»), que van a los sitios en conflicto con unos mandatos muy raros. Porque tienen que imponer la paz, pero han permitido unos cuantos genocidios y matanzas, eso sí, con el ceño muy fruncido y los puñitos muy cerrados.

Las decenas de miles de funcionarios y miembros que componen las NN. UU. estoy convencido de que creen que hacen una labor encomiable. Pero habida cuenta de que esta organización la componen los Estados del mundo mundial, con países que son una vergüenza para todos aquellos fines que dicen proteger, como que ya la cosa mosquea. Si ves que según qué intereses en lugares como Oriente Próximo y Medio, los Estados Unidos y el Reino Unido van a vetar tal o cual acción; si es en África, será Francia la que se haga la ofendidita; y en Oriente Medio y Lejano lo serán Rusia y China, ya me dirán qué ñordiga de Consejo y de resoluciones de parte son. Y ejemplos tenemos suficientes con las vergüenzas ocurridas en los Grandes Lagos, la Ex Yugoslavia, Iraq, Afganistán o el Tíbet.

Y cuando pasan cositas en países como los de Hispanoamérica, allí ya se juega a póker cerrado, con todos guardando de la vista del resto sus cartas, más tapadas que noche zamorana. Con lo que los destinos de esos países importa tanto como los intereses económicos y geoestratégicos de esta escuadra de naciones vetadoras, con el beneplácito baboso de eso tan pomposo llamado Comunidad Internacional. Que son los pobres del tablero, aunque haya otros grupos como el de la Unión Europea, que aún se cree que pincha y corta, cuando uno de los miembros del mencionado Consejo, el Reino Unido, decidió darse el piro; y otro que tiene a la grandeur como su leitmotiv de ser, Francia, juega al póquer y a la brisca al mismo tiempo.

De este modo, los que aún tienen esperanzas de que charranadas como lo que ha pasado en Venezuela, la solución venga de un lugar como la ONU, mejor que se den a las ofrendas a San Judas los miércoles, o a Santa Rita. Que ambos dicen que son los patronos de lo imposible, y muy milagreros. Porque más fácil es que estos mártires le hagan caso, que esta panda de incompetentes carísimos logren algo práctico. Una organización donde los casos de corrupción y hasta de tráfico sexual han sido hechos tan corrientes que, francamente, nos haríamos un favor si demoliéramos esta Organización de Nepotes Ubérrimos de una vez, y comenzáramos a dejarnos de tanto buenismo más falso que un euro de corcho, y entendemos que no hay Deus Ex Machina en política internacional para solucionar las cosas. Que a los tiranos se les derriba en vida. Y que hacer manifiestos queda muy literario pero suelen ser menos prácticos que el doble papel de capa acolchada de nuestros cuartos de baño. Como la ONU, vaya. Que ni para limpiar excrementos sirve.

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