El extremeño, al contrario de lo que muchos afirman, fue visto como un liberador para numerosos pueblos indígenas en México
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Representación de Hernán Cortés y los líderes de Tlaxcala
Es habitual, y más en estas fechas, que ciertos grupos de personas comiencen a entonar el famoso “nada que celebrar”. Más allá de esa discusión, sobre si la historia se debe celebrar o no, muchos pueblos indígenas, desde luego, sí que celebraron cuando Cortés llegó a sus costas. Tal vez el caso más destacado sea el de los Tlaxcaltecas, que sirvieron como punta de lanza para acabar con el vasto imperio azteca.
No cabe olvidar, aunque muchos negrolegendarios digan lo contrario, que las fuerzas militares con las que contaba Hernán Cortés durante su campaña en México a principios del siglo XVI eran, como poco, exiguas. El extremeño contaba con aproximadamente 500 soldados españoles, por lo que conquistar un imperio con 6 millones de habitantes, como era el Azteca- o Mexica-, o siquiera plantearse tomar su capital, Tenochtitlán, que en aquel momento daba hogar a 200.000 mil almas, habría sido una empresa directamente absurda que habría conducido a la muerte de los españoles.
No obstante, Cortés no estaba solo. Y es que más allá de la imagen que podamos tener de los aztecas y sus sacrificios, también fruto de un intento de la historiografía por endemoniarlos, lo cierto es que eran una nación expansionista que durante más de 200 años había aumentado sus fronteras a base de conquistas. Entre 1345 y 1521 habían pasado de ser poco más de una ciudad estado a un vasto reino que abarcaba buena parte del centro del actual México y que se sostenía sobre una compleja red de vasallos y estados tributarios.
Muchos de estos estados se encontraban muy descontentos con tener que servir a los Huēi Tlahtoāni- emperadores- de los mexicas, y estaban esperando una oportunidad para rebelarse. Esto es especialmente destacado, como hemos dicho, en el caso de los Tlaxcaltecas, que fueron los principales aliados de Cortés durante la Conquista de América.
Estos Tlaxcaltecas eran un conjunto de reyes y señores que aliaron para resistir el embate de los Aztecas, aguantando principalmente en la actual región de Tlaxcala, en el Valle de México. Si bien había resistido durante décadas, su fuerza comenzaba a flaquear para la época en la que Cortés llegó a la región. No obstante, y pese a algunos enfrentamientos iniciales con los españoles, en el año 1519 se formalizó una alianza común para combatir al Imperio Azteca.
Esta alianza se saldó con varios matrimonios y el envío de más de 10.000 soldados tlaxcaltecas para que luchasen bajo la enseña de Cortés. El amplio conocimiento de la región por parte de este pueblo, así como la costumbre de luchar contra los aztecas, proporcionó a las fuerzas aliadas la capacidad de combatir de forma mucho más efectiva los vastos ejércitos aztecas.
Tanto fue así que el año 1521 fueron clave para la toma de Tenochtitlan, siendo considerados por la mayoría de los historiadores como el factor clave que determinó el éxito de la Conquista. Así lo remarca el académico Ricardo Veisaga en su artículo “Los conquistadores tlaxcaltecas. Los aliados del Imperio Español” al recordar que “El rey Carlos I reconoció a los tlaxcaltecas por su participación en el sitio militar a los mexicas entre 1519 y 1521”.
No obstante, este no fue el único pueblo aliado de Cortés, ya que sus fuerzas se componían de una unión de Totonacas, Cholulas, Otomíes, Texcoco, Chalco, Mixquic, Azcapotzalco y numerosos pequeños pueblos más. Todos estos, aunque en especial los tlaxcaltecas, recibieron prebendas y derechos por haber participado junto con los españoles en la Conquista.
Los habitantes de Tlaxcala fueron exentos de pagar tributos, se les dejó mantener un gran nivel de autonomía y obtuvieron el tratamiento formal de “Don”, algo reservado en España únicamente para los miembros de la nobleza.
Si bien es cierto que durante los siguientes siglos hubo roces, naturales al formar un estado, la relación entre estos pueblos aliados y los españoles fue en general positiva y caracterizada por el mestizaje y la unión de linajes. Así lo recoge el famoso Lienzo de Tlaxcala, realizado a mediados del siglo XVI, en el que los habitantes de la región recogen con orgullo su alianza con Cortés y la situación política y social que obtuvieron con ese pacto.
Así, y pese a los intentos de cierta historiografía indigenista, que trata de tapar a estos pueblos, convirtiendo a los Aztecas en la única supuesta referencia histórica y cultural de México, la historia nos revela que no fue así, pese a los numerosos intentos de manipulación. La historia puede o no celebrarse, eso queda en manos de cada uno. Lo que no se puede permitir, bajo ningún concepto, es que los hechos pasados sean reescritos e interpretados para crear narrativas falsas. Si Cortés fue un conquistador para los Aztecas, desde luego fue también un liberador para numerosos pueblos nativos.
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