Los señores fiscales que investigan el crimen se muestran ante la opinión pública como independientes, si bien la nuda verdad es que únicamente son “autónomos”, al estar atrapados dentro de una férrea jerarquía. Si alguno de ellos, cuál osado Ícaro, se acerca demasiado al sol de la independencia, al Fiscal General del Estado, general de los fiscales, le basta con acortar la soga y arrastrarlo al nivel del suelo
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A buen seguro, querido lector, que habrá apreciado la belleza de este verso. No es para menos, pues su autor fue, ahí es nada, Miguel Hernández, el célebre poeta murciano. Ganó una bien merecida celebridad, además de por su alabada labor literaria, por su activismo ideológico. Así, afiliado al partido comunista, fue comisario político durante la guerra civil e incluso enviado de la República ante la Unión Soviética. Terminó sus días en 1942, en una cárcel franquista, aquejado de tuberculosis. Aunque vivió poco más de treinta años, su obra ha dejado una huella imperecedera en las letras patrias. ¿Y en el pensamiento jurídico? Tal vez. No en vano el artículo primero de nuestra Constitución reza: “España se constituye en un Estado social, democrático y de derecho, que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político”. Poesía y leyes vinculadas por el amor a la libertad.
Aun peor que una mentira es una verdad a medias. Esta advertencia es pertinente porque el bello verso que abría estas líneas está incompleto. En realidad, al leerlo entero resulta de este modo: “seamos libres como las cometas, bajo una dictadura de niños a volar”. Como es sabido, antes de abrazar la causa del socialismo, Miguel Hernández atravesó una etapa conservadora, de militancia católica. Algunos de sus iniciales trabajos aparecieron en la revista literaria de tendencias reaccionarias “El gallo crisis”, dirigida por su amigo Ramón Sijé. Tanto que el lema de la publicación era “Libertad y Tiranía”. En más de una ocasión el joven Miguel cantó las bondades de una forma de dictadura que, a su juicio, era compatible con cierto grado de libertad. ¿Oxímoron, contradictio in terminis, inconsistencias de un hipócrita incongruente? Más bien, humano, demasiado humano, puesto que el hombre, acaso más que animal racional, sea animal contradictorio (homo incongruens).
La metáfora de la cometa es genial: el vuelo proporciona una sensación de libertad que hace olvidar cuán firme es la mano que afloja y tira de la cuerda a su antojo. El armazón lógico de esta figura retórica encierra un esquema conceptual aplicable también a la técnica jurídica. Por ejemplo, el Ministerio Público en nuestro país. Los señores fiscales que investigan el crimen se muestran ante la opinión pública como independientes, si bien la nuda verdad es que únicamente son “autónomos”, al estar atrapados dentro de una férrea jerarquía. Si alguno de ellos, cuál osado Ícaro, se acerca demasiado al sol de la independencia, al Fiscal General del Estado, general de los fiscales, le basta con acortar la soga y arrastrarlo al nivel del suelo. O del betún, incluso, pues en manos del jefe está impartir órdenes en un asunto determinado; o, si es menester, relevar a su subordinado del caso y colocar en su lugar a otro más condescendiente. Por eso, hasta que no alcancen unaauténtica independencia en vez de contentarse un triste sucedáneo de juguete como es la cometa de la autonomía (trauriger Ersatz), quedarán a merced del, del boss, del que manda de veras. Incluso aunque el mismísimo número uno esté imputado en causa criminal por revelación de secretos o cualquier otra fechoría. Tiranía y libertad.
Quién sabe si don Miguel en el fondo no era tan incongruente. A fin de cuentas, comunismo y fascismo están ligados por el principio de la “verticalidad del comando”, en acertadísima expresión del general Pinochet. ¿Qué más da que el puño que guíe la cometa se enfunde en guante rojo o azul? Bien está la obediencia para los militares (top brass), pero no todos tienen tan claro que sea igual para los juristas, ni mucho menos para los encargados de las pesquisas criminales. Nuestros jueces instructores son independientes por lo que, si en el futuro se encomendase la responsabilidad investigadora a los fiscales, no bastaría con reformar su Estatuto Orgánico, sino que sería inexcusable enmendar la Constitución para equipararlos en libertad a los tribunales. En otro caso, a imagen y semejanza de nuestros mejores amigos, les colgaría una cadena en torno al gaznate. Bien sujetos del amoroso amo (E.P.A.).
Antes de terminar, querido lector, repare en que nuestro poeta no hablaba de dictadura del proletariado, ni del partido, ni del duce, Führer o caudillo, sino “de niños”. Entonces, quizás no sea tan tiránico, porque, de un tiempo a esta parte, diríase que están al mando menores de edad.
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