Imamoglu denuncia una operación política tras su detención en Estambul

El alcalde de la mayor ciudad de Turquía enfrenta cargos por corrupción y terrorismo, que considera parte de una estrategia para apartarlo del poder. Las protestas ciudadanas han sido respondidas con una ola de arrestos
The post Imamoglu denuncia una operación política tras su detención en Estambul first appeared on Hércules.   El alcalde de la ciudad, Ekrem Imamoglu, ha denunciado lo que califica como un ataque directo contra la democracia, después de ser detenido el pasado miércoles junto a 90 funcionarios del Ayuntamiento. La Fiscalía lo investiga por supuesta vinculación con actividades corruptas y organizaciones terroristas, cargos que ha rechazado rotundamente en una extensa declaración judicial.

Durante más de cuatro horas de comparecencia, Imamoglu respondió a las acusaciones ante el Ministerio Público, y calificó el proceso como una campaña dirigida desde las esferas más altas del poder. En una declaración compartida en redes sociales a través de sus abogados, pidió a la ciudadanía mantenerse firme y no ceder ante lo que considera un intento de desestabilizar el proceso político en curso.

Imamoglu también defendió la legalidad del llamado “Consenso Urbano”, una iniciativa mediante la cual diversos partidos opositores decidieron unir fuerzas retirando candidaturas individuales para conformar listas comunes. En su declaración, el alcalde subrayó que no tiene relación ni conocimiento alguno sobre las organizaciones ilegales que se le vinculan en la causa judicial.

Uno de los puntos más polémicos ha sido la investigación sobre concejales electos en los últimos comicios municipales. Imamoglu recordó que estas personas ya figuraban en las listas aprobadas por el órgano electoral, y cuestionó por qué no se tomaron medidas en ese momento si existían sospechas fundadas.

Su defensa también ha criticado la filtración a medios de pruebas aún no formalizadas, señalando que este tipo de maniobras atenta contra los principios de un juicio imparcial. El abogado Mehmet Pehlivan informó que su cliente ya había sido interrogado durante seis horas el día anterior, reiterando su rechazo total a las acusaciones.

El grupo de 91 funcionarios detenidos fue trasladado al tribunal de Estambul en un operativo que incluyó revisiones médicas y un despliegue logístico especial. Será un juez quien determine en las próximas horas si se formaliza la detención de Imamoglu y del resto de los implicados.

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Maduro exige a Bukele la liberación de migrantes venezolanos enviados por Estados Unidos

Maduro exige respuestas por los migrantes trasladados desde EE.UU. y acusa a Bukele de tenerlos “secuestrados”
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El conflicto diplomático entre Caracas y San Salvador ha dado un nuevo giro con las recientes declaraciones del presidente venezolano, Nicolás Maduro, quien responsabilizó directamente a Nayib Bukele por la integridad física de más de 230 venezolanos trasladados desde Estados Unidos a una prisión en El Salvador. Los migrantes fueron enviados bajo el amparo de una antigua legislación estadounidense, la Ley de Enemigos Extranjeros de 1789, al ser señalados como presuntos miembros del grupo criminal Tren de Aragua.

Desde el Palacio de Miraflores, Maduro no se limitó a pedir explicaciones. Exigió la “liberación inmediata” de los detenidos, argumentando que ninguno de ellos ha cometido delitos ni en territorio estadounidense ni salvadoreño. Aseguró que los venezolanos están siendo privados de su libertad sin derecho al debido proceso, y comparó los centros de detención salvadoreños con los campos de concentración de la Alemania nazi, afirmando que los migrantes están “secuestrados” en condiciones inhumanas.

En paralelo, el ministro del Interior, Diosdado Cabello, se sumó a las críticas y tachó a Bukele de ser un “instrumento del imperialismo”, al permitir que su país funcione como destino para deportaciones masivas orquestadas desde Washington.

El clima de tensión ha llevado al Gobierno de Caracas a emitir una advertencia a sus ciudadanos sobre los riesgos de viajar a Estados Unidos. La alerta señala un “aumento en los controles migratorios arbitrarios” y denuncia un supuesto hostigamiento sistemático contra venezolanos.

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​Ben Stiller: “Si pudiera cambiar una cosa de mí mismo, pediría ser más bajito” 

 Fan confeso de Star Trek, el actor, cómico y director de Separación (Apple TV+) nos revela el origen de sus orejas de Spock y su deseo de vivir en un mundo sin redes sociales. 

​Fan confeso de Star Trek, el actor, cómico y director de Separación (Apple TV+) nos revela el origen de sus orejas de Spock y su deseo de vivir en un mundo sin redes sociales. 

​Theo James: “Me han rechazado muchas veces, e incluso me sigue sucediendo ahora. Forma parte de este trabajo” 

 En el cine, Theo James desempeña un doble papel. En la vida, pasó de ser estudiante de arte dramático a trabajar en series de la talla de The White Lotus o The Gentlemen: La serie. Ahora que ha dejado de lado la competencia desenfrenada, se prepara para iniciar una nueva etapa en la que espera conocer al «rey”. 

​En el cine, Theo James desempeña un doble papel. En la vida, pasó de ser estudiante de arte dramático a trabajar en series de la talla de The White Lotus o The Gentlemen: La serie. Ahora que ha dejado de lado la competencia desenfrenada, se prepara para iniciar una nueva etapa en la que espera conocer al «rey”. 

​Belén Cuesta: “Los Javis están en mi testamento y también en la estampita de las suertes de mi vida” 

 Belén Cuesta regresa a Málaga, la ciudad en la que se formó como actriz, para ejercer de jurado de su festival de cine. Una gran ocasión para charlar con ella. 

​Belén Cuesta regresa a Málaga, la ciudad en la que se formó como actriz, para ejercer de jurado de su festival de cine. Una gran ocasión para charlar con ella. 

Roma en Castilla: La Villa romana de la Olmeda

Asomarnos a la villa de la Olmeda supone pues dirigir la mirada a un origen que siendo decisivo en nuestro propio quehacer histórico ha sido poco vindicado por ser la base paciente y receptiva de lo que iba viniendo
The post Roma en Castilla: La Villa romana de la Olmeda first appeared on Hércules.  Villa romana de la Olmeda. Equidistante entre León y Burgos. Según se avanza desde el sur hacia la montaña palentina. Ya al norte del camino de Santiago. En las proximidades de Saldaña. En el corazón de la Castilla altomedieval; esa tierra de pocos nobles y mucha caballería villana, de tierras comunales y concejos abiertos, de gente del común -la baja nobleza era del común- que, ante las dudas, hacía jurar a los reyes su inocencia (cfr. jura de Santa Gadea). Esa tierra singular que deslumbró a republicanos como Sánchez Albornoz, por su contundente tradición medieval de libertades, fueros y cortes, pero también a los curas trabucaires.

Como preámbulo del viaje a la Olmeda vamos atravesando el paisaje de la meseta norte. La España vacía como gran víctima del desarrollismo y de la violencia migratoria. El peso del gran azul sobre los hombros; la respuesta seca de una tierra amplia, cultivada y vacía. No hay casi nada entre cielo y tierra. El cielo pesa y urge a las amplias llanuras moteadas de colinas y de vegas. Recuerdo la sorpresa de un conocido alemán al saber de estos espacios vacíos, la impresión que le causaban. Estamos en un área poco habitada pero saturada de tesoros y de historia. No todos esos tesoros son medievales. La villa romana de la Olmeda da buena muestra de ello. Por cierto, estamos cerca de Frómista; esa joya ebria y pétrea del románico. Nunca vi ebriedad tan serena ni belleza tan medida.

Según llegamos a la Olmeda el paisaje va refrescando. Como digo la villa sorprende entre tantas resonancias del Medioevo. Por la vistosidad y el aceptable estado de conservación de sus mosaicos y de las instalaciones de la villa; por su propia presencia desatando la memoria de lo antiguo; por las figurillas del dios Helios que se encontraron en las excavaciones y de las que se venden magníficas réplicas en la tienda; por la vida sofisticada que se desvela en el área de aguas y termas y en su sistema de pavimentos calefactados, por el oecus o salón mayor de la casa y sus mosaicos figurativos de contenido mitológico…. La Olmeda sorprende e incluso entusiasma. Así lo hizo con su descubridor, José Cortés Alvárez de Miranda, que se encontró con ella en los sesenta del pasado siglo según roturaba y araba la tierra de su propiedad. La villa, una auténtica villa palaciega, estaba cubierta por toneladas de la tierra parda del olvido que todo lo cubre. Cortés, entusiasmado, se consagró a lo que descubría y el yacimiento arqueológico fue viendo la luz cada vez con más extensión. La villa impresiona. Nos desvela una historia de retorno a la tierra provocado por la inseguridad de la llamada anarquía militar del siglo III. En ese tiempo no pocas gentes decidieron dejar las ciudades e instalarse en el campo en villas residenciales bien pertrechadas y organizadas en una sociedad que contaba aun con muchos recursos humanos de alta cualificación. De ahí la alta calidad artística y técnica de lo encontrado. Estas villas fueron verdaderos núcleos de civilización en su tiempo, de arte y de economía, de repoblación del territorio, de redifinición del espacio. Estas gentes volvían al campo con sus talentos y la sofisticación romana del siglo III. De hecho, en la Olmeda se ha especulado incluso con la existencia en la villa de un hidraulis, es decir, de un órgano musical de agua.

El retorno al campo

En este retorno al campo, lo que reformulaba la idea del imperio como red de ciudades, la población se nucleaba en torno a una de estas grandes villas residenciales organizando todo un asentamiento que, prácticamente, producía todo lo que necesitaba. El tradicional modo de producción esclavista romano se fue viendo superado por las circunstancias siendo frecuentes los repartos de tierra a colonos libres a cambio de rentas y sin que se diera una transmisión efectiva de la propiedad. El dominus o señor debía, por su parte, garantizar la seguridad fuera ya de la ciudad. La Edad Media parece ya empezar a resonar y la vieja división -y tensión- entre patricios y plebeyos, que tanto estimuló el expansionismo republicano romano. dejaba paso a la escisión, menos ciudadana, entre honestiores (grandes propietarios) y humiliores (campesinos sin tierra, jornaleros, artesanos pobres; todos ellos libres), en tanto eje de la división entre unas clases sociales que se van asimilando cada vez más a estamentos. De hecho, el término de honestiores, aludirá a una pretendida honestidad, lo que irá situando la consideración de los sectores más pudientes de la sociedad y de los grandes propietarios en un supuesto ideal de arete y excelencia que sirve de prolegómeno al concepto de nobleza medieval.

Tras superarse la crisis militar del siglo III la fundación de villas en el siglo IV continuo sin que quepa entenderlo como un proceso desatado de decadencia del modelo ciudadano romano. La época de Diocleciano, de Constantino y de Teodosio supuso una renovatio exitosa de la sociedad romana aunque algo había ya cambiado. La sociedad imperial romana, tan basada en la fortaleza de las civitas, no sobrevivirá al caos creciente del siglo V. En este sentido uno de los méritos de los diseñadores del espacio creado en la Olmeda ha sido recrear y dejar a la luz un área con lo que era ya el aspecto del terreno tras el colapso definitivo de la villa. Con la creciente crisis y el desgobierno la villa fue languideciendo hasta confirmar su colapso tras los desastres del siglo V y en la época de alta inestabilidad política que legó el siglo VI. Sorprende y dispensa coraje la tenacidad de estos hispanorromanos resistiendo con uñas y dientes a la decadencia y, además, haciéndolo con éxito durante un tiempo prolongado. La villa vivió los tiempos de la cristianización pero resulta curioso que no se hayan encontrado en los enterramientos adyacentes vestigio cristiano alguno. Son todos enterramientos paganos y lo que si se ha encontrado son esas figurillas del dios Helios como perfecta muestra del paganismo tardoimperial. Sobre esta cuestión no olvidemos que la cristianización fue arraigando en las ciudades hasta el punto que el termino pagano era, originariamente, la forma despectiva de designar a los paletos de campo y a sus “creencias viejas”.

Resulta curioso constatar como los habitantes de la villa transitaron desde su condición de refinadísimos colonos que decidían volver al campo, asegurando así civilización y bienestar, a esos endurecidos paletos a los ojos de las ya cristianas ciudades. Para ese momento estaríamos a finales del siglo V ya disuelto el poder romano. De los hispanorromanos se dice poco. Lo cierto es que su vigor estuvo a la base del cierto auge de la Hispania visigótica, del esplendor cultural califal y, también, de la reconquista como esforzada epopeya. Asomarnos a la villa de la Olmeda supone pues dirigir la mirada a un origen que siendo decisivo en nuestro propio quehacer histórico ha sido poco vindicado por ser la base paciente y receptiva de lo que iba viniendo. Por cierto, tras a visita a la Olmeda no olviden dedicarse al buen yantar en alguno de los magníficos restaurantes de Saldaña. Les propongo El Molino con un magnífico jardín del que se disfruta. Al fin y al cabo de lo que se trata en un buen viaje es de comulgar con la tierra y su sustancia.

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Frontera

Como una tormenta del desierto, como el caudal de un río que se desborda, el de la Frontera es un territorio mítico, de movimiento y de acción, de fricción constante y de desarticulación súbita, donde todo permanece precisamente porque todo está mudando de forma irremediable a cada instante
The post Frontera first appeared on Hércules.  Aunque sea el género más cultivado en los Estados Unidos, por unas razones sociohistóricas evidentes, el de la frontera es un tema universal en la Literatura. El cine lo ha hecho posible, exportando a todo el mundo el modelo del vaquero, que nos puede recordar a otros fenómenos folclóricos de culturas particulares, tales como el gaucho argentino o el bandolero español, igual que también lo ha hecho posible la propia ontología del ser humano, presente en muchos de los relatos del Antiguo Testamento o en algunas de nuestras más recientes ficciones postapocalípticas.
Piensen en la Guerra de Argelia, la de Angola o la de Vietnam, piensen en África, en Indochina o en el Caribe, piensen, incluso, en la independencia de la India o de Marruecos… Las suyas son historias de frontera. John Ford. Sam Peckinpah. Clint Eastwood. Narradores fronterizos del celuloide. Cualquier película puede volverse “de frontera” con unos elementos mínimos y cuando el espectador menos se lo espera. Es la gran mitología de Hollywood. Y, por ende, es la leyenda predilecta para dormir a los niños con algo pelusa en la barba del mundo marchito que nos ha legado el siglo XX.
El de la Frontera es un territorio de limes, de horizontes que se desdibujan, donde un estado de cosas es sometido al cambio… Por eso decimos que El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha (1605; 1615), de Miguel de Cervantes, hace renacer el género, indistinguible al de la propia novela moderna, para el ocaso del mundo de la Tradición… La Otredad y la Diversidad se baten en duelo con la identidad cerril de la tribu, los credos dogmáticos, y las civilizaciones decadentes, en un espacio cultural donde, por necesidad, todo lo sólido se moviliza disolviéndose en el aire… Por eso tras toda guerra, tras toda ocupación o colonización, se esconde ese lugar deletéreo y misterioso: la Frontera.

Pero la Historia, insisto, ocupa un lugar muy secundario en la literatura o el cine de Frontera, porque esta relevante categoría literaria no se ocupa meramente de cuestiones sociales o económicas, de hacer una crítica postcolonial al racismo o al imperialismo, trata cuestiones eternas, grandes dramas teológicos, grandes conflictos humanos que acaban rebasando los bordes de lo mundano para rozar los colosales peldaños de la trascendencia. En toda Frontera está presente, aunque sea lejanamente, la leyenda de una armonía originaria y de la caída en un caos que todavía reina en el presente, por eso en las historias de la Frontera se necesitan héroes o antihéroes capaces de restaurar el orden sacro aunque sea durante un breve lapso de tiempo horizontal.
Todo gran escritor es un exiliado metafísico del mundo que parece como venido de otro mundo para mirar, con esa visión extrañada de los niños y los marcianos, a una realidad ajena con ojos llenos de esclarecedora fantasía. Sin gran ficción, por lo tanto, siempre estamos ciegos como sociedad. Las Antillas, ese espacio descrito por ojos bastardos por el poeta Saint-John Perse, a la sazón Premio Nobel de Literatura o por la pluma ajena de un excelso cronista como lo fue Patrick Leigh Fermor, autor de El árbol del viajero (1950), demuestra que no existen respuestas fáciles en la literatura. Igual sucede con El Congo belga en la pluma de Joseph Conrad, autor de El corazón de las tinieblas (1899); justo lo contrario de aquello que sucede con la ideología, porque para la literatura el mundo siempre es maximalista, tremendamente complejo, del todo inabarcable por su infinita variedad de aristas y matices: un ciclón estroboscópico de perspectivas.
Y esa enormidad de lo Otro vuelve icónica toda visión de lo que rebasa los propios límites. El territorio de la literatura, como el de la frontera, despunta en el conflicto: matar a los indios, a los negros, a los judíos, a los hombres o a los católicos, incluso a los neonazis, como en la reciente The Order (2024, hacía tiempo que las balas no sonaban tan bien en la pantalla), resulta algo aceptable desde el punto de vista de la ideología, aparece como una opción inaceptable cuando se adopta una mirada literaria sobre el conflicto.

¿Cómo se puede narrar, entonces, lo que sucede estos días en Gaza? Tal y como lo hace el irlandés Colum McCann en su excelente novela de no-ficción Apeirógono (2020): tratando de simular la visión de Dios, a la manera borgiana de acercarse a una realidad compuesta de múltiples lados y ningún centro. ¿Qué ve Dios, lo Uno, de su Creación? Todo a la vez en todas partes: un círculo perfecto. Eso significa la palabra «apeirógono», un término perfecto para referirse a la vasta realidad de toda Frontera, un espacio donde no existe el tiempo, como señala el propio McCann: «Es un polígono con un número contablemente infinito de lados». Un número infinito de centros, cabría añadir, empezando por aquello que es excéntrico en su naturaleza.
Viajamos a la Frontera para someter a la sana duda nuestras propias convicciones, para enfrentarnos y disolvernos a una visión del mundo más amplia que aquella impuesta por las limitadas estrecheces de toda cosmovisión cerrada. En su excelente novela Ahora es el momento (2007), su autor, el novelista “de culto” Tom Spanbauer, famoso por desarrollar una escritura del trauma, acierta en señalar: «Eso es lo que hace un artista: viaja por el mundo buscando lo que está en su interior». Ese es el sentido oculto del viaje en busca del limes, el grado esotérico de la Frontera: el autoconocimiento que se refleja interiormente a través de una aventura exterior.

La angustia existencial, el repliegue de seguridad en uno mismo, son estaciones pasajeras de la Frontera, etapas necesarias, pero no finales, del viaje, como ocurre en el propio transcurso de la vida. El locus entendido como cronotopo y lugar, como un Centro físico que se dilata hasta ocupar el espacio espiritual reservado para la Jerusalén de William Blake, atraviesa las edades y las épocas para elevarse como poética de la trascendencia en la que la narración logra religar aquello que estaba disperso con lo Uno, esto es, la naturaleza desgajada de lo concreto con la sólida unidad trascendente de lo universal.

Por eso decimos que, en la literatura de William Faulkner, en la de Juan Benet o en la de Antonio Lobo Antunes el enfrentamiento con el lugar, por medio de la narración fragmentada, no es más que una forma de dar voz al necesario juez que el narrador, en tanto que representante de Dios o de la conciencia colectiva en la literatura, encarna. Y ese lugar, no lo olvidemos, encuentra un correlato equivalente al del mapa en la propia mente, en el alma, que diríamos, de sus propios habitantes, como muestra la obra de Cormac McCarthy, su último gran representante en la literatura contemporánea. El clima mental del Kali Yuga es tan estrecho como el de un pequeño pueblo del Oeste norteamericano, se puede concluir tras la lectura de ese clásico inclasificable que es La carretera (2006).

Como una tormenta del desierto, como el caudal de un río que se desborda, el de la Frontera es un territorio mítico, de movimiento y de acción, de fricción constante y de desarticulación súbita, donde todo permanece precisamente porque todo está mudando de forma irremediable a cada instante. El cambio de una Naturaleza mayor que nos arrastra es dolor para la mente consciente, y por eso su aroma es el de la épica tal y como la representaron los primeros narradores en La Ilíada (siglo VIII a. C) o en el Poema de Gilgamesh (2500-2000 a. C).
Y el cambio ínsito a los grandes ciclos del cosmos, a las pequeñas estaciones que rigen el universo es, sobre todo, el aliento inmóvil con el que Dios alimenta la Historia, como acertadamente señaló Homero: «Como el linaje de las hojas,/ así es también el de los hombres./ Unas/ hojas el viento esparce por el suelo, otras el bosque/ hace brotar/ cuando florece, al llegar la estación de la primavera./ Así es el linaje de los hombres,/ uno nace y otro muere» (Ilíada VI, vv. 146-149,). La esencia de la Frontera reza: la purificación del viaje está incluida en la circularidad de sus etapas.

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