De Greta a los gigavatios, el fracaso del idealismo climático se estrella contra la demanda energética

El entusiasmo por la transición energética pierde fuerza ante la presión de la demanda eléctrica, liderada por el crecimiento digital y la inteligencia artificial. Expertos advierten que la dependencia de renovables intermitentes, sin respaldo firme, pone en riesgo la estabilidad energética
The post De Greta a los gigavatios, el fracaso del idealismo climático se estrella contra la demanda energética first appeared on Hércules.  En 2019, Greta Thunberg, activista climática sueca entonces recién salida de la escuela, se presentó en la Cumbre de Acción Climática de la ONU en Nueva York con un discurso que marcaría su imagen pública. Su ya célebre “¿Cómo se atreven?” acusaba a los líderes mundiales de abandonar a las nuevas generaciones por su obsesión con el crecimiento económico. Lo que entonces pareció una alarma justificada, hoy contrasta con una tendencia global que vira hacia una política energética más pragmática. En noviembre, Estados Unidos eligió a un nuevo presidente que priorizó la autosuficiencia energética, y su secretario de Energía, Chris Wright, fue claro: toca impulsar la “abundancia energética”.

Este giro no es exclusivo de EE. UU. En 2021, la Agencia Internacional de Energía (AIE), otrora defensora de la descarbonización, proclamaba que no hacían falta nuevas explotaciones de gas, carbón o petróleo si se quería alcanzar el cero neto en 2050. Sin embargo, en la reciente conferencia CERAWeek en Houston, su director Fatih Birol hizo un llamamiento a retomar inversiones en fósiles. El entusiasmo por el decrecimiento ecológico parece desvanecerse, y así lo demostraron expertos de distintos sectores en el Foro del Futuro de RealClear Energy celebrado el lunes. David DesRosiers, organizador y fundador de la fundación homónima, resumió el sentimiento: del evangelio verde al pragmatismo energético.

Mark Mills, copresidente del evento y director del Centro Nacional de Análisis Energético, expuso el dilema con crudeza: el auge de los centros de datos y de la inteligencia artificial está haciendo saltar por los aires las previsiones optimistas. Mientras empresas como Microsoft aún juran fidelidad a las cero emisiones, sus necesidades energéticas dicen lo contrario. Los datos no mienten: un solo centro de datos puede consumir tanta electricidad como 2 millones de hogares. Y no solo consumen energía: también requieren enormes volúmenes de materiales para su infraestructura. Un centro de datos de gran escala puede demandar tantos recursos de construcción como un rascacielos.

Mills desmontó la idea de que la eficiencia energética resuelve este desafío. Recordó que un smartphone de hoy, con la eficiencia de una computadora de 1984, gastaría más electricidad que toda una manzana urbana. La conclusión: más eficiencia no disminuye el consumo, sino que permite hacer más con más energía.

La cantidad de energía no es el único factor. Su estabilidad es igual de vital. Algunos ponentes señalaron los apagones ocurridos en España y Portugal como una advertencia de los riesgos asociados con una red eléctrica basada excesivamente en fuentes renovables e intermitentes. Siete muertes se atribuyeron a ese evento.

James Robb, de la Corporación de Confiabilidad Eléctrica de América del Norte, indicó que en el momento del fallo había escasa generación convencional (carbón, gas, nuclear). En las redes eléctricas, mantener la frecuencia es esencial y la energía renovable, que carece de la inercia giratoria de los generadores tradicionales, no puede estabilizar alteraciones de la misma manera. Aunque existen tecnologías que intentan replicar esta inercia, Robb advirtió que su escalabilidad sigue sin comprobarse.

Mark Christie, de la Comisión Federal de Regulación de Energía, ilustró esta fragilidad con una metáfora: la red es como un lago que debe mantener exactamente 6 pulgadas de profundidad. Un centímetro de más o de menos y todo el sistema se desequilibra.

A pesar de las evidencias, varios expertos coincidieron en que los responsables políticos rehúyen reconocer el problema de la intermitencia. Terrence Keely, de 1PointSix, apuntó que admitir errores en la planificación energética tiene implicaciones legales y políticas que los gobiernos no quieren asumir.

Daniel Yergin, vicepresidente de S&P Global, recordó que entre 2022 y 2023 la reducción del uso global de combustibles fósiles fue inferior al 0,5 %. Sin embargo, los líderes siguen repitiendo mensajes contradictorios. Citó al británico Keir Starmer, quien prometió reducir emisiones, pero admitió que el petróleo y gas seguirán siendo necesarios en el mix energético. La retórica verde persiste, pero los hechos revelan otra cosa.

El foro concluyó con una constatación común: la narrativa del decrecimiento energético, popular durante más de una década, pierde fuerza ante la realidad. La transición energética no ha desaparecido, pero ya no puede ignorar los límites técnicos, económicos y sociales de un sistema eléctrico que, a corto plazo, no puede sustentarse solo con buenas intenciones y paneles solares

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