Aquí tenemos al Gobierno de España corriéndose unas (presuntas) juergas en los asequibles Paradores Nacionales, destrozando habitaciones como si fuera un grupo de Rock de los ochenta, que tanta responsabilidad en su dura labor debe tener compensaciones.
The post De pilinguis y colipoterras first appeared on Hércules. Somos un país donde los temas de cintura para abajo nunca han influido en la política. Que somos católicos, no puritanos. Y lo que cada quisque haga en su casa, allá películas, que uno lo que quiere es que el político de turno gestione como es debido, y como si quiere tener amantes cada finde o le gustan más los caracoles que las ostras. Así ha sido de siempre. Y supimos de las cosillas de Suárez antes de ser un aeropuerto, de un tal «Pincho» y su padre Guerra, o lo del rey Juan Carlos, que habéis ahora sacado «exclusivas» más viejas que el papel donde se imprimía el Interviú. Nos daba igual. Pero lo mismo deberíamos de comenzar a replantearnos esta dejadez al respecto, porque para mí que se nos ha ido un poquito todo de madre. Que si parece que ahora nos da por escandalizarnos por lo amoríos del malísimamente llamado «Emérito», con relación a los políticos que tendrían que estar a lo que se tiene que estar, esto es, gobernando y gestionando eficaz y eficientemente, como que no es que hagamos la vista gorda. Es que hasta el feminismo más batallador y radical está más callado que rabiza de la peor calaña.
Pues de izas, rabizas y colipoterras estamos hablando. Unas, profesionales. Otras, amateur. Pero todas unas golfas que nos están costando los lereles a unos ciudadanos que están con el cinturón tan ajustado, que las aceitunas comienzan a comprarlas por unidades, y algunos sacan las anchoas de dentro para aprovechar para un bocata entre un par de regañás, que para pan de masa madre pijo no hay. Que los autónomos ya no es que paguen la cuota, es que se la añaden a la hipoteca. Y los jóvenes quedan para el fornicio en el Tinder pero acaban en el Burger porque para hoteles no da y casa no tienen. Pero no pasa nada. Aquí tenemos al Gobierno de España corriéndose unas (presuntas) juergas en los asequibles Paradores Nacionales, destrozando habitaciones como si fuera un grupo de Rock de los ochenta, que tanta responsabilidad en su dura labor debe tener compensaciones. Total, vamos como un cohete y que menos que aprovechar la coyunda. ¡La coyuntura, perdón, que no sé en qué ando pensando! De paso todas estas jovencitas tan echás palante, qué menos que ponerlas en empresas públicas a costa del erario, que no sólo del fornicio se vive. Y ya que viven, les ponemos un piso, que ya que los meublés no están de moda, y ahora se pide todo por catálogo y hemos elegido a las más limpias y aseás, mejor tenerlas a disposición en buenos apartamentos en rascacielos inaccesibles para la plebe.
En un país en donde a la parienta o al bicho adjunto del cargo público de turno, se le permite ir de gañote a viajes oficiales, que para estamos todos de paganos, ¡pues no sé por qué no se va a llevar alguien acompañantes profesionales, ya que nos ponemos! Aquí hasta el Fiscal General del Estado se lleva a su señora a sus viajes internacionales. Y la directora del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas, que tenía que estar velando muchísimo por los dineros públicos, máxime para lo que se tendría que estar gastando, pues se lo pule para llevar a su pareja y al hijo al Ártico. ¡Al puñetero Ártico a costa de todos! Y a Mozambique, y a Chicago, y a… Que no haya miserias. Exceptuando si tienes cáncer. En este caso date por jodido, igual que si tienes ELA. Para todo eso no hay monises. Pero para cortesanas faltara o faltase. Meretrices no de Ballesta o de Montera, quede claro. ¡De las caras, de las caras! Ya que nos vamos de putas a putear comme il faut, que nos salen de gratis las puticlistas. A ellos. A nosotros, pagando hasta el Johnny Walker etiqueta azul, que tienen el hocico fino las pupilas ministeriales. Pero – no – pa – sa – na – da. Que son los nuestros y no gobierna la derecha, la ultraderecha la megaderecha y la turboderecha. Y estamos en contra de la prostitución, por supuestísimo. Por eso nuestro Gobierno se dedica a sacarlas de la mala vida para llevarlas a la muy buena. ¡A la buenísima! Qué pena no ser pilingui, coño.
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