Fue clave para alcanzar la independencia de México, afirmaba que los Aztecas ya eran cristianos antes de los españoles y su influencia sigue siendo clave en movimientos indigenistas en toda Hispanoamérica
The post El hombre que inventó el indigenismo: Fray Servando first appeared on Hércules. Durante el siglo XIX, España perdió todos sus territorios de ultramar debido a ataques de otras naciones, como Estados Unidos en la Guerra de Cuba, o a través de las revoluciones de los propios territorios. Es en este siglo cuando las naciones de Hispanoamérica comenzaron a construir su identidad y organizarse políticamente, decidiendo la forma de gobierno que tendrían y, a la par, tratando de dotarse de elementos propios que les permitieran diferenciarse y ser reconocidas como naciones soberanas y legítimas. Es en este contexto donde emerge una de las figuras más interesantes de la historia del continente americano, que, con sus escritos y discursos, sentó las primeras bases del movimiento indigenista. Estamos hablando del teólogo y pensador Fray Servando Teresa de Mier, quien, para muchos, fue el principal impulsor de este movimiento en toda Hispanoamérica.
Fray Servando (1765-1827) desarrolló su actividad en México en una época tremendamente convulsa para el mundo entero. Los territorios coloniales tanto de Inglaterra como de España habían comenzado a exigir más derechos de representación y reducciones en los impuestos. En el caso de España, las élites criollas empezaban a rechazar de forma directa el control de la metrópoli, al considerar que el gobierno de Madrid era ineficaz y contrario a los intereses de las Américas. Las ideas revolucionarias de pensadores como John Locke, Rousseau o Voltaire, que se consolidarían en la Revolución Francesa, habían calado fuertemente en estas poblaciones adineradas y poderosas, pero sometidas a una autoridad externa.
Entre estos grupos de población surgió la idea de la independencia, aunque en un principio se trataba más de un regionalismo fuerte. No obstante, la idea de que las Américas, y más concretamente México, deberían gobernarse a sí mismas se fue fortaleciendo a medida que España se debilitaba. Fray Servando, influenciado por estos movimientos y su propio origen criollo de alta alcurnia, comenzó a teorizar una particular aproximación a la fe y la política que buscaba legitimar la independencia a través del catolicismo y del origen azteca de México.
En su famoso Discurso de Guadalupe, pronunciado en 1794 en el 263 aniversario de la aparición de la Virgen en esa localidad, rompió con los esquemas de la jerarquía religiosa del entonces virreinato. Sustentándose en las tesis de pensadores como Carlos de Sigüenza y Góngora o Lorenzo Boturini, afirmó que México ya era católico antes de la llegada de los españoles. Según su visión de la historia, Santo Tomás, en los primeros siglos de nuestra era, no habría ido a la India, como afirmaba la leyenda, sino a las Indias. En su viaje, habría llevado consigo el cristianismo, y la población local lo habría aceptado, aunque tergiversando el mensaje. De tal manera, el Quetzalcóatl mexica sería en realidad Santo Tomás, y la diosa Tonantzin sería la Virgen María aparecida en territorio mexicano. Así, México se transformaba en la nueva tierra elegida, «cristianizada antes que España», por lo que la propia conquista y la dominación de Madrid no solo serían ilegítimas políticamente, sino también una suerte de sacrilegio. De un plumazo, este sacerdote nacido en Monterrey había deslegitimado la Conquista Americana y el propio gobierno virreinal. En palabras de Fray Servando: “Mil setecientos cincuenta años antes del presente, la imagen de Nuestra Señora de Guadalupe ya era muy célebre y adorada por los indios ya cristianos.”
La revolución
Esta afirmación causó gran revuelo en el virreinato, siendo condenado y detenido por sus declaraciones. Sin embargo, sus ideas se propagaron rápidamente entre las élites criollas y buena parte de la población. No debemos olvidar que cuando Miguel Hidalgo, padre de la Revolución Mexicana, se levantó contra el gobierno virreinal en 1810, no portaba una bandera republicana ni una nacional. En la punta de su lanza iba clavada la imagen de la Virgen de Guadalupe, símbolo ya por entonces de un México cristiano, sí, pero independiente de España. La mayoría de la población mexicana, así como la sociedad internacional, era profundamente cristiana, por lo que la utilización de la religión resultaba crucial para construir un país independiente. México necesitaba su propia religión, alejada de Santiago y de Madrid, una religión que fuera propia para la gente y las costumbres del país.
A pesar de los castigos a Fray Servando, este logró evadir la justicia y escapó a Europa, donde viajaría durante varios años. Fue entonces cuando, al ver la reacción a sus tesis, radicalizó aún más sus posturas y siguió escribiendo en favor de una América independiente. Sus obras culminantes fueron «Historia de la Revolución de Nueva España» (1813), donde teoriza sobre un modelo de estado americano, y «Cartas de un americano a El Español» (1812), en las que expone su crítica a la situación de México y la necesidad de independencia. En estos escritos cargó frontalmente contra España, llegando a afirmar que: “Entre los americanos no hay división alguna sobre el fin: todos desean zafarse de las uñas de los españoles, que los han tiranizado tres siglos.”
Si la religión era la forma de unir a la población, también se necesitaba un héroe al que poder venerar. Un padre de la nación que hubiera defendido a los indios y aztecas, ya representantes de ese México libre, frente a las tiranías de los españoles. El elegido no sorprende, pues es una figura imposible de olvidar cuando se habla de la Conquista de América. El fraile Bartolomé de las Casas es erigido por Fray Servando como el más noble entre los hombres, a quien se debe reverenciar por su defensa de los buenos indios frente a la brutalidad española. A su figura le dedica una elegía en «Historia de la Revolución», alentando a los lectores: “Si amas la virtud, detente y venera. Este es Casas, el padre de los indios.”
Esta narrativa de los indios como víctimas, verdaderos cristianos frente a la brutalidad española, permitió a los criollos, muchos de ellos mestizos, legitimar su posición frente a España. No había nada de malo en ser mestizo, sino todo lo contrario: sangre más pura parecía correr por sus venas. Esta idea sería muy relevante en la época, y años después, historiadores como José Vasconcelos la llevarían al paroxismo. En su obra, “La Raza Cósmica”, este autor, muy influenciado por Servando, determinó que La Atlántida estuvo en América, y que el destino de los americanos, fruto del mestizaje entre indios y españoles, era la mayor de las glorias. Convertirse, como indica el título del libro, en la Raza Cósmica, el último estado de progreso y desarrollo de la humanidad. La sangre azteca, de origen atlante, se habría expandido por el mundo en los primeros eones y, gracias a eso, la civilización se habría producido en lugares como Egipto o Grecia. Noble origen entre los orígenes.
Las tesis de Servando sirvieron para sustentar la propia Guerra de Independencia Mexicana (1810-1821), pero también para inspirar otros procesos de independencia por todo el continente. Simón Bolívar en Venezuela y Colombia citaba a Fray Servando en su Carta de Jamaica (1815), y lo hicieron también los revolucionarios de Chile y Argentina. Pero más aún, esta unión entre lo cristiano y lo precolombino como forma de sustentar un carácter independiente es fácilmente identificable en movimientos indigenistas actuales, como el MAS de Evo Morales en Bolivia, con cultos a las vírgenes mezclados con los ritos a la Pachamama. López Obrador, presidente de México y líder de Morena (grupo parcialmente indigenista y muy crítico con España), se deshace habitualmente en halagos hacia la Virgen de Guadalupe, a quien considera “un símbolo religioso y nacional” y parte indispensable de la forma de entender la religión en México.
De tal manera, Fray Servando fue una de las claves del desarrollo del movimiento indigenista en toda América Latina. Aunque su figura ha quedado olvidada por la historia, al estar entre grandes conquistadores como Bolívar o figuras cuasi míticas como Miguel Hidalgo, su relevancia política y cultural para toda Hispanoamérica es indispensable. Si bien este sacerdote no inventó Hispanoamérica —pues es imposible inventar un país—, desde luego sí resulta clave para entender por qué toda la región es como es en la actualidad.
Idealista entre prisiones
Más allá de los aspectos independentistas de este pensador, que tenían un claro objetivo, siempre fue muy crítico con aquello con lo que no comulgaba, costándole una y otra vez destierros y penas de prisión. Aquellos que se habían inspirado en él para llevar a cabo la revolución, acabaron por enfrentarse al sacerdote por defender posiciones contrarias. El federalismo moderador de Servando, así como su idea política de dividir Hispanoamérica en tres grandes estados que colaborasen, enfureció a las élites criollas que pretendían tomar el control de las instituciones de una forma más directa.
Su figura fue repudiada finalmente por buena parte de los líderes políticos del momento, que, ya cansados de sus críticas, optaron por perseguirle. En el México que ayudó a crear, fue detenido por orden de Agustín de Iturbide en 1822, aunque luego lograría escapar y apoyar un golpe de estado. Sus últimos años los pasó en el palacio presidencial, invitado por el presidente Guadalupe Victoria. La muerte le llegó a este sacerdote en una posición curiosa, pues si bien era alabado y recibió un funeral de estado, ya no se pretendía contar más su astucia política y había perdido buena parte de su relevancia.
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