Habemus Papam: fumata blanca en el cónclave

La fumata blanca puso fin a dos días de deliberaciones entre 133 cardenales, reunidos en la Capilla Sixtina desde el miércoles
The post Habemus Papam: fumata blanca en el cónclave first appeared on Hércules.  Roma, 8 de mayo de 2025. A las 18:03, el cielo sobre la Ciudad del Vaticano se tiñó de esperanza. Una espesa fumata blanca emergió desde la chimenea de la Capilla Sixtina, anunciando al mundo que los 133 cardenales electores reunidos en cónclave habían alcanzado un acuerdo tras cuatro votaciones. La Plaza de San Pedro estalló en júbilo al ver la señal inequívoca: la Iglesia católica ya tiene nuevo Papa.

El humo blanco indica que uno de los candidatos ha logrado los dos tercios necesarios, es decir, al menos 89 votos. Ahora sólo resta que el elegido aparezca en el balcón central de la basílica vaticana para pronunciar su primer “Urbi et Orbi” bajo su nuevo nombre.

Dos días de encierro y tensión

El cónclave comenzó la tarde del miércoles, tras la misa “Pro eligendo Romano Pontifice” celebrada en la Basílica de San Pedro y oficiada por el cardenal decano Giovanni Battista Re. Desde ese momento, los cardenales fueron aislados en la residencia de Santa Marta y sometidos a estrictas medidas de seguridad, con el objetivo de impedir filtraciones y garantizar el secreto del proceso.

Durante la jornada del jueves, se celebraron hasta cuatro votaciones. Las dos primeras, por la mañana, resultaron fallidas y el humo negro que emergió entonces fue recibido con decepción por los miles de fieles que esperaban en la plaza. Pero todo cambió al caer la tarde, cuando la cuarta votación ofreció finalmente un resultado positivo.

Desde primeras horas del día, colegios católicos y grupos de peregrinos se acercaban por la Vía de la Conciliazione hasta la Plaza de San Pedro, entre rosarios y cánticos. Decenas de miles de personas, incluidos turistas, fieles y periodistas, aguardaban el desenlace del cónclave. Otros seguían las fumatas desde lugares simbólicos como la basílica de Santa Maria Maggiore, donde descansa el papa Francisco en su sepulcro austero.

La expectación era máxima: más de 1.400 millones de católicos en el mundo permanecían pendientes del resultado, mientras los balcones con vista a la chimenea del Vaticano llegaban a alquilarse por 500 euros diarios, según informó Corriere della Sera.

Un cónclave sin favorito claro

Este cónclave se caracterizó por su fragmentación e imprevisibilidad. No había un favorito indiscutible. Entre los nombres más sonados figuraban el italiano Pietro Parolin, secretario de Estado y presidente del cónclave, con un perfil continuista del legado de Francisco; Matteo Zuppi, arzobispo de Bolonia, del ala progresista; y el patriarca latino de Jerusalén, Pierbattista Pizzaballa.

Fuera de Italia destacaba el cardenal Luis Antonio Tagle, filipino, carismático y popular en redes sociales, símbolo del auge de la Iglesia en Asia. También se mencionaban los nombres del francés Jean-Marc Aveline, el húngaro Péter Erdö, y el estadounidense de origen español Robert Francis Prevost Martínez.

La falta de un liderazgo consolidado entre los electores, muchos de los cuales no se conocían entre sí, hizo que las reuniones previas al cónclave fueran clave. Doce congregaciones generales permitieron a los cardenales compartir sus visiones y preparar el terreno para las votaciones.

El cardenal Re resumía el sentir general al declarar horas antes del resultado: “El nuevo Papa deberá fortalecer la fe en Dios en un mundo que progresa tecnológicamente pero que ha olvidado a Dios”. Un mensaje que conecta con las expectativas de renovación espiritual que muchos depositan en el nuevo Pontífice.

Así, como ya ocurriera con Francisco en 2013 y con Benedicto XVI en 2005, la elección se resolvió en el segundo día y en la cuarta votación, marcando un desenlace rápido para un proceso que en el pasado ha llegado a prolongarse durante años.

Mientras la Iglesia y el mundo entero esperan que se abra el balcón vaticano y el cardenal protodiácono pronuncie el esperado “Annuntio vobis gaudium magnum: habemus Papam”, la historia continúa escribiéndose bajo la cúpula de Miguel Ángel.

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