Como juez instructor, todavía un novato que servía su primer destino en la España rural, descubrí la Guardia Civil. Capaces de trabajar hasta la extenuación, jugándose la vida como si fuese lo más normal, con modales propios de caballeros medievales, para mí llegaron a ejemplificar el más abnegado de los sacrificios
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Seguro, querido lector, que has identificado de inmediato el estribillo de un celebérrimo tema de la cantante Tina Turner, muy conocido tras figurar en la banda sonora de la película “Más allá de la cúpula del trueno”, estrenada en 1985. No hace falta saber mucho inglés para traducir su texto, directo y llano: “no necesitamos otro héroe”. Pero ¿por qué no?
Es interesante examinar la etimología de la palabra, procedente de griego ἥρως, y cuyas raíces indoeuropeas evocan la idea de “protección”. Ahora que la vida pública de nuestro país aparece cada vez más sucia, embadurnada por los escándalos de corrupción, son más necesarios que nunca héroes como los guardias civiles, una de las pocas esperanzas que les quedan a los ciudadanos honrados.
Como juez instructor, todavía un novato que servía su primer destino en la España rural, descubrí la Guardia Civil. Capaces de trabajar hasta la extenuación, jugándose la vida como si fuese lo más normal, con modales propios de caballeros medievales, para mí llegaron a ejemplificar el más abnegado de los sacrificios. Por eso me duele tanto la campaña de desprestigio que impúdicamente lanzan algunos contra la Benemérita. Por cierto, no tan distinto de lo que vienen haciendo con la justicia, contra la que han despotricado con saña cada vez que está en peligro la criminal actividad de la corrupción. Y es que el equipo que forman jueces instructores y guardias civiles es la peor pesadilla de los delincuentes. Por eso lo tienen claro: pondrán a nuestros valerosos agentes al servicio de una Fiscalía conectada a la política. Y los magistrados investigadores pasarán a mejor vida. Muerto el perro, se acabó la rabia.
Platón, en su diálogo Cratilo, califica a los héroes como “semidioses”. No digo yo tanto porque, por desgracia, hay ovejas negras también entre jueces y policías. Y es que, pese al filósofo, no somos de estirpe divina, sino de carne y hueso, con todas las debilidades humanas. El lugar de las ovejas negras es el matadero, sin compasión alguna. Eso es una cosa, obviamente y otra, muy diferente, colar de rondón cambios estructurales que acaben con la independencia judicial. El modelo de instrucción español es uno de los más garantistas y eficaces a nivel mundial. Y ello porque la autoridad investigadora no es meramente “autónoma” sino “independiente”. Fácil es averiguar quiénes son los que, temerosos de acabar con sus huesos en la cárcel, están dispuestos a llegar a todo.
¿Se lo vamos a permitir? Pues no. Justamente es el momento de exigir una nueva policía judicial, que no dependa más que de los tribunales, sin interferencia alguna. Por tanto, con tu permiso, querido lector, rescribiré a mi manera la letra de la canción con la que abría este artículo y cuyo mensaje no me terminaba de convencer:
We’re searching for a way
To break out of the cage
We’re fighting for our freedom
And we need our heroes.
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