Esta leyenda que ejemplifica bien el uso pedagógico que los sofistas hacían de la mitología
The post La adolescencia de Hércules first appeared on Hércules. El escritor griego Jenofonte, en sus Memorables (o “Recuerdos de Sócrates”), refiere una de las aventuras juveniles de Hércules que centraba la enseñanza de la virtud en el sofísta Pródico de Ceos. Se trata del conocido tema del Hércules adolescente o Heracles en la encrucijada. Cuenta Jenofonte (II 1, 21-34) esta leyenda que ejemplifica bien el uso pedagógico que los sofistas hacían de la mitología. Conocemos por los diálogos de Platón que otros sofistas usaban con delectación los mitos como símbolos o narraciones morales que les servían para ejemplificar conceptos: recordemos, por ejemplo, en el Protágoras, cómo el sofista del mismo nombre, a quien trata con gran respeto, abordaba el origen de la política a partir del mito de Prometeo (otro ejemplo, a contrario sensu, es el mito escatológico del Gorgias, narrado por Sócrates en su ausencia para impugnar las teorías sofísticas: parece que el mito es campo de batalla de la disputa filosófica). Pues bien, interesa recordar que Pródico presenta a Heracles justo antes de emprender sus aventuras: justo cuando estaba pasando de la niñez a la adolescencia, se nos dice en el texto de Jenofonte “momento en el que los jóvenes al hacerse independientes revelan si se orientarán en la vida por el camino de la virtud o por el del vicio” (según la traducción del texto de la benemérita Biblioteca Clásica Gredos).
Es interesante, en todo caso, esta consideración del Hércules adolescente en el momento crucial de la encrucijada. Se cuenta que dudó sobre qué camino emprender, así que se sentó sin saber qué hacer, quizá poseído por cierta somnolencia. Entonces, cuando más perdido está, recibe una cierta epifanía que le aclarará todo y podrá tomar su decisión de vida: le pasa en cierto modo como a algunos poetas que buscan inspiración y reciben visitas inesperadas. Pienso en Hesíodo en el monte Helicón con las musas o Parménides en su viaje en carro hacia la revelación de la diosa. En fin, se dice que a Hércules se le aparecieron dos hermosas e impresionantes mujeres de aspecto casi divino: pero una discreta y de mirada modesta y la otra más presumida y rica de carnes. Esta toma la iniciativa y se acerca a Heracles para seducirle y que marche por su camino. Obviamente, uno u otro camino simbolizan el camino de la vida que habrá de tomar el héroe, el que marcará la vida de un adolescente. Esto es el retrato del héroe adolescente. Y claro que la muchacha más descarada le anima al camino más dulce y más fácil, y le promete placeres y una vida sin sufrimiento. Preguntada por Heracles, que sopesa si aceptar su sugerente invitación, por su nombre, ella responde: “Mis amigos me llaman Felicidad,pero los que me odian, para denigrarme, me llaman Maldad” (en griego Kakía, que realmente es mucho más que maldad, pues no implica solo moral, sino también otros conceptos, desde la fealdad física a la cobardía, del vicio a la traición.
Luego se acerca la otra mujer divina y le dice que conoce cómo es el héroe y cual es su carácter, gracias a sus orígenes y su educación y le anima a proceder por el camino más difícil en apariencia –el que va hacia ella– pero que acabará produciendo sus nobles hazañas. Le dice “no te voy a engañar con preludios de placer, sino que te explicaré cómo son las cosas en realidad, tal como los dioses las establecieron. Porque de cuantas cosas buenas y nobles existen, los dioses no conceden nada a los hombres sin esfuerzo”. Luego pone ejemplos variados que en el fondo son una escuela moral a partir de metáforas de la vida cotidiana y de profesiones tradicionales, como la ganadería, la milicia o la agricultura. Entonces interrumpe la otra, la Maldad, y le advierte de que el camino que le presenta su rival hacia la felicidad es demasiado largo y difícil, y que ella le puede llevar mucho más rápidamente hacia la dicha, por un atajo más corto. El careo entre las dos (obviamente la otra es Areté-Virtud) acaba con la victoria del camino largo y complicado, pero que a la postre será la vía que permita alcanzar la gloria e incluso la inmortalidad: “Así es, Heracles, –le dice la Virtud al héroe– hijo de padres ilustres,como podrás, a través del esfuerzo continuado, conseguir la felicidad más perfecta”». Así es cómo Pródico encarece la educación de Heracles por la Virtud, de modo que transmite un vieja idea del pensamiento griego para pensar en ello durante el tiempo que nos quede.
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