Los boomers, entre la caricatura y el anhelo

Con la estabilización del estado de bienestar, las generaciones posteriores se acomodaron, perdieron la perspectiva y el norte, cayeron en una adultiscencia que alargó la llegada a la edad adulta hasta un tiempo indeterminado
The post Los boomers, entre la caricatura y el anhelo first appeared on Hércules.  Si cuando estás con ella una conversación sobre un nombre se convierte en un tratado metafísico, ahí es. Hacer de lo ordinario algo genuino es fruto de un estado de gracia, como cuando Chesterton escribía sobre cualquier elemento cotidiano o Quevedo se deleitó dedicando un poema al pedo. El caso es que así como que no quiere la cosa, mi novia me preguntó que qué opinaba del nombre de José Luis. Le dije que me gustaba y ella me espetó que ya no se llevaba, que era un nombre de boomer. No se asusten, que no tenemos pensado de momento traer descendencia, no quisiera que mis allegados piensen que utilizo la intimidad de la columna para dar la noticia. Desgraciadamente mi generación no tiene la suerte de propiciar un boom demográfico como el que trajo a este mundo a tantos José Luis. 

La semana pasada saltó a la palestra el dato de que la renta media de los mayores de 65 años en España es un 6,4% superior a la del conjunto de la UE, mientras que los ingresos de la población en edad de trabajar son un 7,3% inferiores. Pensaba entonces en lo que pasará cuando los Boomers ya no estén, en cuando José Luis sea un nombre obsoleto como Nicanor. Teniendo en cuenta que los salarios medios están igualando a la baja, -el otro día un psicólogo con quince años de experiencia me confesaba sentir envidia de las ventajas laborales de un cajero de Mercadona-, creo que España corre un grave peligro cuando la economía deje de ser activada por los del baby boom; pasaremos de tener consumidores con unas rentas medias de casi tres mil euros a dar gracias por llegar a los dos mil a final de mes.  

Más allá de las consecuencias económicas, perderemos a la generación que ha representado el verdadero avance de nuestra sociedad tal y como la conocemos. Dejando a un lado el cliché o los posibles rencores generacionales, el desarrollo socio-cultural hace presagiar que la pérdida de referentes llegará a su culmen con la desaparición de los boomers. Con la estabilización del estado de bienestar, las generaciones posteriores se acomodaron, perdieron la perspectiva y el norte, cayeron en una adultiscencia que alargó la llegada a la edad adulta hasta un tiempo indeterminado. Así, tenemos unos cuarentones que se creen que tienen veinte años cuando siguen teniendo cuarenta, y unas generaciones jóvenes con nula tolerancia a la frustración.     

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