Con la llegada del invierno cambian las pequeñas molestias que sientes en tu cuerpo. Una de las más comunes es la tendencia a sufrir goteo constante o incluso pequeños sangrados de nariz. Estas reacciones pueden parecer un fenómeno aleatorio, pero son una consecuencia directa del esfuerzo que realiza tu nariz para proteger a los pulmones.
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Su misión es calentar y humidificar el aire que respiras. Es por esto que el aire invernal, frío y seco, obliga a la mucosa nasal a trabajar a marchas forzadas, lo que la deshidrata y la vuelve frágil. Por fortuna, puedes ayudarla con unos simples hábitos.
El doble ataque del aire frío en tu nariz
Por un lado, el aire seco del invierno puede resecar las fosas nasales que hacen un esfuerzo mayor por humedecerlo. Así, se debilitan sus vasos sanguíneos. Sobre una mucosa seca, un simple estornudo o sonarse la nariz con demasiada fuerza puede ser suficiente para que un capilar se rompa y provoque un sangrado.
Por otro lado, el aire frío de esta época del año puede provocar alergias y resfríos que irritan las fosas nasales. En esos casos, como el interior está enrojecido y seco, el sangrado puede aparecer con el simple gesto de hurgarte o sonarte la nariz.
Paradójicamente, el goteo nasal también es una reacción a la sequedad. Cuando la mucosa se está deshidratando, sus glándulas producen más mucosidad acuosa en un intento de rehidratarla. El resultado es ese goteo constante y líquido tan típico de los días fríos.
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Hábitos para proteger tu nariz
Al ser un problema de sequedad, la solución está en mantener la humedad de las fosas nasales.
- Evita exponerte al humo, como el de los cigarrillos, porque puede enrojecer más el interior de la nariz.
- Trata las alergias con la medicación adecuada o reduce el contacto con alérgenos, ya sean los ácaros o el polen, por ejemplo.
- Usa un humidificador, en especial en el dormitorio por la noche. Mantener una humedad ambiental de entre el 30 % y el 50 % ayuda a reducir la irritación nasal.
- Evita los gestos irritativos, como sonarte la nariz muy fuerte, rascarte o hurgar en el interior, ya que esto puede dañar la mucosa seca y provocar sangrados mucho más fácil.
- Hidrata la mucosa con aerosoles o geles salinos dos veces por día en cada fosa nasal. No contienen medicamentos y se pueden usar con frecuencia para mantener el interior de la nariz hidratado.
- Crea una barrera física al salir, cubriéndote la nariz y la boca con una bufanda o mascarilla. Este simple gesto crea una “burbuja” de aire que se precalienta y humedece con tu propia exhalación. Así, el aire que inspiras ya está parcialmente acondicionado.
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Cuándo debes consultar a un médico
Los sangrados nasales leves y esporádicos en invierno son, en la mayoría de los casos, una molestia que no tiene efectos mayores. Sin embargo, si las hemorragias se vuelven muy frecuentes, son abundantes o difíciles de detener (no se detienen después de 30 minutos de aplicar presión directa sobre la nariz), es importante que consultes a un médico para descartar otras posibles causas.
Las molestias nasales del invierno son una llamada de atención para cuidar de tu sistema respiratorio. Al adoptar una rutina centrada en hidratar las fosas nasales, apoyas una de las funciones más vitales de tu organismo.
Si tienes un humidificador en casa, ponlo en tu dormitorio esta noche. Es una de las medidas más eficaces y con la que antes notarás la diferencia. Si no, empieza por ser consciente de protegerte con una bufanda cada vez que salgas al frío.
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