La ideología ecologista y el decrecentismo sale caro, muy caro, y poco a poco nos sumiremos en la oscuridad, literalmente
The post Qué pocas luces first appeared on Hércules. El pasado 28 de abril España sufría el mayor apagón eléctrico de su historia. Una situación, que como no podía ser de otra manera, pilló a todo el mundo por sorpresa. El caos se apoderó de muchas ciudades: tráfico colapsado, metros parados, cierre de comercios…Me gustaría tratar este tema en dos dimensiones que, a mi juicio, creo que son esenciales.
En primer lugar, la dimensión social. Soy una persona muy precavida, pero a la vez curiosa, lo primero que hice fue ver si alguno de mis vecinos necesitaba algo, inmediatamente bajé a hablar con las personas que regentan los comercios de debajo de mi edificio. Por la tarde di una vuelta por Madrid, para observar el panorama. Para mi asombro, o quizás no, vi un ambiente completamente despreocupado, gente en las terrazas, cantando y bailando muchos de ellos. Una actitud tan española como preocupante, un apagón de estas características es algo completamente tercermundista, propio de países muy pobres. Observé una romantización del caos y la pobreza que me asustó muchísimo.
Estoy convencido de que si el apagón hubiera durado dos o tres días esas risas se habrían ido apagando, como no podía ser de otra manera. Los mismos que ayer se alegraron de estar varias horas sin luz para poder hablar con sus vecinos o dejar el móvil, son aquellos que se alegraban de que en la pandemia volvieran los delfines a Venecia. Nadie os obliga a estar enganchados a las redes sociales o a no hablar con vuestra vecina. Ayer España sufrió varias muertes, heridos y decenas de millones de euros en pérdidas empresariales. La verdad es que siento una impotencia terrible al ver como mi país se va a la deriva de manera inexorable. El hundimiento de una civilización nunca es de un día para otro, jamás en la historia había habido un fallo eléctrico de estas características en España, y el lunes todo el país cenó con velas.
Poco a poco la tercemundización de España avanza, los trenes ya no llegan puntuales, las listas de espera en la sanidad son interminables, la justicia está siendo atacada de manera continuada y, el otro día, un apagón masivo. El socialismo era esto, sólo había que dejarle tiempo para actuar.
La segunda derivada de la que me gustaría hablar es la técnica ¿Qué ocurrió el lunes en España? Si bien no tenemos toda la información que nos gustaría, muchos ingenieros y analistas están sacando las mismas conclusiones. El sistema eléctrico necesita estar en constante equilibrio, esto quiere decir que la producción de energía tiene que estar equilibrada con el consumo, oferta y demanda tienen que ir de la mano. Producción y consumo deben estar sincronizadas a una frecuencia de 50 Hz estables, esto puede parecer complicado, pero en realidad no lo es tanto, ya que las pautas de consumo de la sociedad suelen ser bastante estables.
El problema de nuestra Red Eléctrica, por cierto, competencia plena del Estado y del Gobierno, es que se ha vuelto muy inestable, ¿La causa? La excesiva sobreinversión en energías renovables, sobre todo, eólica y fotovoltaica. Los ecologetas han presumido en muchas ocasiones de que la gran mayoría de la producción de la energía en España depende de energías verdes. Red Eléctrica ya avisó de que esto produciría una red inestable, es decir, que lo que pasó ayer se sabía que iba a ocurrir tarde o temprano.
Las energías renovables son inestables e imprevisibles, al contrario que otras que estamos dejando de lado o directamente eliminando como las centrales de gas, el ciclo combinado, la hidroeléctrica o la nuclear. Hemos dejado nuestro destino en los azares y caprichos de la naturaleza, el apagón del lunes no será una anomalía como continuemos con esta política energética. Nuestra sociedad necesita fuentes de energía estables y no intermitentes, que absorban las fluctuaciones del sistema eléctrico aportando inercia.
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