The Brutalist: por qué esta película está rompiendo todos los esquemas

Es un cine que casi no se produce hoy en día: un oasis en medio de los estrenos habituales, una experiencia imprescindible y un relato excepcional
The post The Brutalist: por qué esta película está rompiendo todos los esquemas first appeared on Hércules.  En 1984 se estrenó una de las epopeyas visuales y películas más largas e importantes de la historia del cine: Érase una vez en América. Esta obra colosal, destacada en todos sus apartados, ha envejecido de forma impecable. Fue dirigida por el icónico Sergio Leone, una leyenda del género western que nos brindó joyas cinematográficas como Hasta que llegó su hora o la legendaria El bueno, el feo y el malo. Repasar toda su filmografía y legado sería tarea imposible incluso en dos artículos. Esta película, Érase una vez en América, fue su última gran obra antes de retirarse, un relato sobre amistad, crimen y mafia que recuerda al estilo de Scorsese. Sin embargo, es importante no caer en comparaciones: el estilo de Leone en esta película es completamente atemporal y único para su época, marcando una diferencia notable con el de Scorsese. Sus planos, fotografía, dirección y narración visual fueron revolucionarios en su tiempo.

Esta obra, además, cuenta con un protagonista de peso: el legendario Robert De Niro. A día de hoy, es una de las películas mejor valoradas dentro de su género, tanto por el público como por críticos y medios especializados. Otra película que podría mencionarse en esta línea, aunque a una escala mucho menor y más personal, es Malas calles. En esta última, Martin Scorsese logra sumergirnos de manera integral y realista en las calles de Nueva York de 1972, mostrando un manejo visual ingenioso y lleno de talento.

Ambas obras son relevantes para lo que quiero abordar hoy: la película de la que os vengo a hablar y cómo esta refleja, con el paso de los años, la importancia del legado visual, una gran historia de América narrada con inteligencia, talento y una ejecución técnica sobresaliente. Aunque The Brutalist difiere en muchos aspectos de las mencionadas, en algunos detalles me ha recordado a estas grandes películas, motivo por el cual he hecho esta introducción.

Hablemos de The Brutalist, recientemente estrenada en cines en España. Esta película ha sido una de las más aclamadas por medios y críticos profesionales, junto con Dune: Parte Dos, durante 2024. Aunque su estreno internacional fue en esa fecha, en España llegó hace poco. En líneas generales, la crítica la describe con afirmaciones como: “Una obra maestra de dimensiones colosales”, “Una obra monumental con una de las mejores actuaciones de la década, protagonizada por Adrien Brody” o incluso “Una de las obras cinematográficas más importantes del siglo”. Estas declaraciones son contundentes y elevan enormemente las expectativas.

La gran pregunta es: ¿son ciertas estas afirmaciones? ¿Merece The Brutalist tanto reconocimiento? Antes de responder, os cuento quién está detrás de este proyecto. El director es Brady Corbet, conocido por películas menos populares como Vox Lux: El precio de la fama o La infancia de un líder. Además, ha trabajado como guionista y actor en varias producciones, lo que le aporta una experiencia previa considerable. En The Brutalist, Corbet asume el papel de guionista principal y director. Ya ha ganado un Globo de Oro a la mejor dirección y es el favorito para llevarse el Óscar en esta categoría, algo impresionante teniendo en cuenta que apenas tiene 36 años.

El reparto incluye grandes nombres como Adrien Brody, Felicity Jones y Guy Pearce. Sin embargo, la película también ha generado polémica debido a su duración, que se acerca a las cuatro horas. En las salas de cine, se hace un intermedio de unos 20 minutos a los 119 minutos de proyección, recuperando una costumbre del cine clásico.

Tras exponer estos detalles, llega la gran cuestión…

¿Es the Brutalist una obra maestra?

Lo primero que debe decirse es que, sin lugar a dudas, estamos ante una de las grandes películas de los últimos años. Todo lo que se ha dicho al respecto es comprensible, y cada elogio dirigido hacia esta obra es merecido. Personalmente, no suelo calificar algo como lo mejor del siglo o hacer afirmaciones tan categóricas, ya que prefiero dar tiempo para reflexionar sobre ello. Sin embargo, estoy convencido de que esta es una de las obras cinematográficas contemporáneas más magnas e importantes, comparable en impacto a lo que ocurrió con Oppenheimer de Christopher Nolan. Ambas películas narran acontecimientos históricos terribles, protagonizados por personajes que brillan gracias a actuaciones estelares.

En este caso, Adrien Brody ofrece una de las mejores interpretaciones de la década. Desde su premiada actuación en El pianista, que le valió el Óscar a mejor actor, no había logrado un desempeño tan destacado. En mi opinión, es el claro favorito para el próximo Óscar y debería ganarlo indiscutiblemente. Su nivel está en otra liga.

Dicho esto, y tras estos elogios que expongo con convicción, es momento de preguntarse: ¿de qué trata The Brutalist?

Huyendo de la Europa de la posguerra, el visionario arquitecto László Toth (Adrien Brody) llega a Estados Unidos con la intención de reconstruir su vida, su obra y su matrimonio con su esposa Erzsébet (Felicity Jones). La pareja se vio forzada a separarse durante la guerra debido a los cambios de fronteras y regímenes. Solo y en un país completamente desconocido, László se establece en Pensilvania, donde el adinerado empresario industrial Harrison Lee Van Buren (Guy Pearce) reconoce su talento para la arquitectura.

La película relata las consecuencias de la guerra y la lucha por la supervivencia del ser humano al empezar de nuevo, explorando la inmigración a esa América idealizada como la tierra de los sueños. Este relato aborda temas trascendentales de manera magistral. El guion es poderoso, con un desarrollo impecable de todos los personajes, especialmente el de László, quien protagoniza una narrativa que despierta empatía constante. Nos encontramos con un personaje lleno de debilidades y fallos, que sufre enormemente a lo largo del metraje. Su anhelo por el reencuentro con su esposa añade una dimensión emocional profunda; László se siente solo en esa tierra de oportunidades mientras enfrenta penurias y situaciones extremas.

La película contiene escenas desgarradoras que llegan al corazón, capaces de arrancar lágrimas al espectador.

En cuanto a su apartado técnico, The Brutalist es impecable. El hecho de que haya costado menos de diez millones de dólares representa un hito cinematográfico moderno. Es asombroso cómo, con tan pocos recursos, han logrado una producción de tal nivel: un vestuario magnífico, imágenes impresionantes, y una narrativa que se siente grandiosa, con planos poderosos. La escenografía es extraordinaria, la fotografía es deslumbrante y la banda sonora, compuesta por Daniel Blumberg, resulta sobresaliente. Un tema central, interpretado al piano, acompaña la película, sumergiendo al espectador en la atmósfera opresiva y desgarradora donde se desenvuelve el protagonista.

Si tuviera que señalar algún aspecto negativo, diría que el acto final no está a la altura del resto de la película. Sin ser en absoluto malo, siento que, debido al nivel tan alto del resto de la obra, el cierre no mantiene el mismo estándar. Además, existe una decisión narrativa respecto al personaje de Guy Pearce que considero precipitada y abrupta; habría preferido otro enfoque.

Aun así, The Brutalist se posiciona como una de las experiencias más inmersivas, impactantes y grandiosas que el cine contemporáneo nos ha ofrecido. Sus 10 nominaciones al Óscar son totalmente comprensibles, y espero que gane la mayoría porque las merece. No puedo esperar para verla de nuevo. Hablar de ella en un artículo como este no le hace justicia; sus más de tres horas y media de duración son puro cine. Por cierto, a mitad de la proyección se realiza un descanso de quince minutos, como en las películas antiguas, recuperando una tradición perdida. Y no os preocupéis por la duración: no se siente larga. Cada minuto cuenta y mantiene al espectador absorto. Su primer acto se centra en la supervivencia, mientras que el segundo profundiza en el drama psicológico y emocional del personaje.

No dudéis en verla en el cine: lo merece. Es una película que representa lo mejor del cine clásico, con grandes historias, personajes memorables y una temática de enorme calidad e importancia. The Brutalist ha llegado para quedarse en la retina de los espectadores. Es un cine que casi no se produce hoy en día: un oasis en medio de los estrenos habituales, una experiencia imprescindible y un relato excepcional.

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