Wilders dinamita la coalición holandesa tras un año de caos

Geert Wilders rompe la coalición en Países Bajos al no imponerse en inmigración. El gabinete se disuelve tras apenas 11 meses de gestión
The post Wilders dinamita la coalición holandesa tras un año de caos first appeared on Hércules.  Países Bajos se adentra en otra crisis política tras el colapso de su gobierno derechista, apenas 11 meses después de tomar posesión. El responsable directo: Geert Wilders, líder del Partido por la Libertad (PVV), quien este martes anunció la salida de su formación de la coalición tras no lograr imponer su plan migratorio radical.

Wilders, que ganó las elecciones de 2023 y accedió al poder tras duras negociaciones, justificó su decisión por la falta de apoyo a lo que definió como “el régimen de asilo más duro de la historia”. Un plan de 10 puntos que incluía, entre otras medidas, desplegar al ejército en las fronteras, cerrar centros de acogida y expulsar a refugiados sirios. “No hay firma para nuestros planes de asilo. No hay cambios en el acuerdo principal de coalición. El PVV abandona la coalición”, publicó Wilders en redes sociales.

Su decisión supone la ruptura del frágil pacto entre los cuatro partidos gobernantes: el PVV de Wilders, el conservador VVD, el reformista NSC y el populista agrario BBB. El primer ministro Dick Schoof, un tecnócrata sin afiliación partidaria, presentará su renuncia al rey antes de que acabe el día, aunque continuará al frente del Ejecutivo en funciones hasta las elecciones, previstas para el próximo otoño.

La crisis era previsible desde hace días. La semana pasada, Wilders exigió que los líderes de los tres partidos firmaran su plan migratorio, advirtiendo que, de lo contrario, abandonaría el gobierno. El lunes se reunieron, sin acuerdo. El martes, el PVV anunció su salida.

Las reacciones no tardaron. Caroline van der Plas, líder del BBB, calificó la decisión de “irresponsable” y dijo estar “extremadamente enfadada”. “Tiene todos los triunfos en la mano y, sin embargo, se desconecta”, declaró a los periodistas.

Nicolien van Vroonhoven, quien reemplazó a Pieter Omtzigt como jefa del NSC, consideró la decisión “incomprensible”. Por su parte, Dilan Yesilgöz, líder del VVD —el segundo partido más grande de la coalición—, fue más tajante: “Teníamos una mayoría de derechas y él lo deja todo por su ego. Simplemente está haciendo lo que quiere”. Yesilgöz acusó a Wilders de rehuir la responsabilidad y traicionar a sus votantes: “No quería gobernar, solo imponer su agenda”.

En contraste, los líderes de la oposición celebraron la caída del Ejecutivo. Henri Bontebal, del CDA, calificó la coalición como “imprudente” y “amateur”. “Hemos tenido un año de caos político y el país ha quedado paralizado”, dijo. “Los cuatro partidos estaban más ocupados con sus propios conflictos que con gobernar para la gente”.

Rob Jetten, del D66, criticó los 18 meses de inestabilidad desde las elecciones: “Se han peleado constantemente, han avanzado muy poco y se dejaron chantajear por Wilders”. Aunque los ministros suelen mantenerse en sus cargos de forma interina tras una dimisión, Wilders aseguró que todos los ministros del PVV abandonarán sus funciones de inmediato, aumentando la incertidumbre institucional.

La coalición fue una apuesta arriesgada desde el principio. El resto de partidos aceptó gobernar con Wilders bajo la promesa de moderación, después de años marginado por sus posturas extremas. Sin embargo, su intención de endurecer drásticamente la política migratoria terminó por dinamitar el acuerdo.

El plan presentado incluía medidas que chocaban frontalmente con la legalidad europea y las políticas internacionales de asilo, lo que ya había generado tensiones internas. Al exigir su adopción inmediata, Wilders forzó una ruptura que, según analistas, buscaba desmarcarse de los compromisos de gobierno antes de las elecciones europeas y reforzar su imagen de oposición firme.

Ahora, Países Bajos se enfrenta a un nuevo periodo de inestabilidad. La gobernabilidad queda en suspenso mientras el país se encamina a nuevas elecciones que podrían redefinir el panorama político. La ruptura también plantea interrogantes sobre la viabilidad de incluir partidos de extrema derecha en gobiernos europeos, especialmente cuando sus agendas entran en conflicto con los marcos democráticos y legales.

Lo que parecía una oportunidad histórica para que Wilders demostrara capacidad de gestión se convierte ahora en una salida abrupta que deja un gobierno colapsado, una sociedad polarizada y una crisis institucional abierta.

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