En la etapa dorada de Hollywood, los estudios transformaron a hombres normales en dioses seculares cambiándoles el nombre y escondiendo sus defectos. Pero ahora, tal y como cuenta Ottessa Moshfegh, la época del ídolo remoto ha terminado y el amanecer del actor moderno cuasi accesible que atrae por su autenticidad está en pleno apogeo. He aquí la nueva promoción de actores protagonistas.
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