Tanto CCOO como UGT reciben cifras récord de subvenciones mientras su representación sindical cae decisivamente en España
The post El Gobierno bate el récord de subvenciones a CCOO y UGT mientras la representación sindical se desploma first appeared on Hércules. El Gobierno de Pedro Sánchez ha elevado a cifras históricas las subvenciones a los sindicatos, a pesar del declive progresivo de su representatividad en las empresas. Desde que la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, asumió el cargo, las ayudas estatales a CCOO y UGT no han hecho más que crecer. En total, el Ejecutivo ha repartido casi 115 millones de euros a las centrales sindicales, 62 millones más que durante los años del Gobierno de Mariano Rajoy. La cifra es especialmente llamativa si se tiene en cuenta que la afiliación sindical sigue en caída libre en España.
Más dinero y menos afiliados
Mientras las subvenciones se disparan, la densidad sindical —el porcentaje de trabajadores afiliados— cae en picado. Según datos de la OCDE, en 2019 apenas un 12,5% de los empleados españoles estaba afiliado a un sindicato, frente al 18,3% que se registraba en 2009. España presenta hoy una de las tasas más bajas de afiliación de toda Europa, muy por debajo de países como Suecia (65%), Bélgica (49%) o Italia (32%). Aun así, el Ejecutivo no ha frenado la financiación pública de las organizaciones sindicales. Al contrario: en 2025, Díaz ha aprobado una partida de 32 millones, duplicando los 17 millones que otorgó en cada uno de los tres años anteriores.
Las ayudas directas no son la única fuente de ingresos públicos de las grandes centrales. A través de sus fundaciones, CCOO y UGT también reciben fondos para impartir cursos de formación. Solo en 2022, esas actividades les reportaron 93 millones de euros adicionales, de los cuales 53 millones fueron a parar a CCOO y 40 millones a UGT. Se trata de una fuente de financiación opaca y recurrentemente cuestionada, que ha generado en el pasado varios escándalos relacionados con la gestión de los fondos.
Una apuesta ideológica, no técnica
El alineamiento de Yolanda Díaz con los sindicatos es público y notorio. Cada 1 de mayo, la vicepresidenta segunda aparece junto a Unai Sordo (CCOO) y Pepe Álvarez (UGT) como garante del diálogo social. Díaz presume de su pasado familiar ligado al sindicalismo —su padre fue dirigente en Galicia— y ha hecho del apoyo económico a estas organizaciones una constante en su política laboral. Sin embargo, ese respaldo económico contrasta con la falta de reformas reales que impulsen una afiliación creciente o modernicen el papel de los sindicatos en la empresa del siglo XXI.
La evolución interna de los sindicatos refleja también una disparidad preocupante. Mientras que CCOO ha logrado incrementar sus ingresos por cuotas, pasando de 114 millones en 2017 a 150 millones en 2024, UGT ha seguido el camino contrario: en diez años ha perdido casi un tercio de su recaudación por afiliación, pasando de 14 millones a apenas 9,3 millones. Esta diferencia revela no solo un desgaste organizativo, sino una falta de atractivo entre los trabajadores, especialmente entre los más jóvenes y en sectores emergentes.
El aumento de subvenciones sindicales por parte del Gobierno no parece responder a una lógica técnica o a indicadores de eficacia sindical, sino a una apuesta política clara. Con una coalición parlamentaria debilitada y escaso margen para reformas estructurales, el Ejecutivo de Sánchez ha optado por mantener contentos a sus aliados tradicionales, reforzando con dinero público a unas organizaciones que ya no representan al grueso de los trabajadores.
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