La filosofía de Henri Bergson fue una de las más influyentes a principios del siglo XX. Nacido un 18 de octubre de 1859 en París, desde muy joven Bergson demostró un talento excepcional para el estudio. Aunque destacaba en las matemáticas, prefirió dedicarse a las humanidades y desarrolló su filosofía en múltiples libros, como Tiempo
The post La filosofía de Bergson que transformó la forma en que entendemos el tiempo appeared first on Mejor con Salud. La filosofía de Henri Bergson fue una de las más influyentes a principios del siglo XX. Nacido un 18 de octubre de 1859 en París, desde muy joven Bergson demostró un talento excepcional para el estudio. Aunque destacaba en las matemáticas, prefirió dedicarse a las humanidades y desarrolló su filosofía en múltiples libros, como Tiempo y libre albedrío (1889), Materia y memoria (1896) e Introducción a la metafísica (1903).
Sus libros le han valido un Premio Nobel de Literatura en 1927 y se han hecho famosos por su interpretación de la vida, así como el uso inteligente de metafóras y analogías. Además, lo convirtieron en una especie de celebridad de la época. De hecho, se cuenta que una de sus presentaciones en la Universidad de Columbia generó el primer embotellamiento de Broadway.
Con la Primera Guerra Mundial, Bergson incursionó en la política y pasó a ser cada vez más famoso por ello que por su filosofía. Incluso fue nombrado presidente de la Comisión Internacional de Cooperación Intelectual, precursora de la UNESCO. Sin embargo, su legado más duradero no está en la diplomacia, sino en las ideas que transformaron para siempre la manera en que entendemos el tiempo, la memoria y la intuición.
El tiempo en la filosofía de Bergson
En Tiempo y libre albedrío (1889) y luego en Duración y simultaneidad (1922), Bergson realiza una crítica al pensamiento de Kant, porque consideraba que uno de los grandes errores fue confundir el espacio con el tiempo. Por ejemplo, cuando vemos un reloj, el tiempo es entendido como una sucesión de momentos, algo que se puede medir y dividir.
Según Bergson, esa creencia es incorrecta. Para él, no vivimos el tiempo como una sucesión de puntos, sino que el tiempo verdadero es el de nuestro interior, de nuestra experiencia vivida, que es cualitativo y no se puede medir. A este tiempo lo llamó duración.
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“El tiempo es lo que se hace, e incluso lo que hace que todo se haga”.
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En la duración, los momentos no son lineales, sino que se mezclan y fluyen de forma heterogénea. Es así, en esa experiencia interna, que surge la libertad. Entonces, no somos máquinas que operamos por “piezas separadas”, sino que lo hacemos como un movimiento vivo. En definitiva, para Bergson, “el tiempo es invención y nada más”.
Multiplicidad: dos maneras de entender la realidad
Para explicar mejor esta idea, Bergson distingue entre dos tipos de multiplicidades:
- Cuantitativa: es la que usamos en la vida diaria, para contar objetos o para medir los minutos en un reloj.
- Cualitativa: es la que caracteriza a nuestra conciencia, donde no existen los elementos aislados, sino que se mezclan y transforman unos a otros.
Mientras que la multiplicidad cuantitativa se mide y se ordena, la multiplicidad cualitativa se experimenta. Esta última es la que define el tiempo interior y la libertad.
Esta idea del tiempo interior es diametralmente opuesta a la de Einstein, para quien la experiencia del paso del tiempo era secundaria. De hecho, el físico alemán se volvió muy crítico de las ideas del filósofo, hasta que leyó su libro y comprendió que Bergson había entendido la teoría muy bien.
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La intuición como método
A diferencia del intelecto y la inteligencia, Bergson propone otro método para conocer la realidad: la intuición. En lugar de analizar las cosas “desde afuera”, dividiéndolas en categorías, él prefiere captarlas “desde adentro”.
Por eso, define a la intuición como simpatía en la “Introducción a la metafísica” de 1903. Es decir que la intuición es la que permite acceder a la realidad o al interior de un objeto, y así poder captar su realidad.
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“La inteligencia se caracteriza por una incomprensión natural de la vida”.
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Memoria y percepción, las dos caras de una experiencia
Con su publicación de Materia y Memoria en 1896, es posible hacer una distinción entre el concepto de percepción y el de memoria. La percepción nos conecta con el presente, pero no es tan solo un reflejo pasivo de la realidad. En realidad, selecciona y simplifica la realidad, diseñada para enfocarse en lo que es útil para la acción.
Mientras tanto, la memoria es donde depositamos todas nuestras experiencias pasadas y que le da sentido a nuestro presente, pero opera en un nivel más profundo. Ahora bien, no se trata de dos procesos separados, ya que la percepción siempre está influenciada por la memoria. Es decir que nuestro presente está influenciado por los recuerdos y esta interacción también ocurre en la duración.
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“La percepción nunca es un mero contacto de la mente con el objeto presente; está impregnada de imágenes de la memoria que la completan al interpretarla”.
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La vida como creación constante
En su obra posterior, La evolución creativa, de 1907, Bergson desarrolla su filosofía vitalista. Entiende que la vida no es un mecanismo fijo, sino un proceso creativo en constante cambio que debe ser aprehendido con la intuición.
Bergson afirma que “existir es cambiar”.
Y este proceso de la vida está incentivado por el élan vital, un impulso vital que promueve la evolución y la adaptación de los organismos. Es una fuerza que no sigue un plan determinado, pero que busca la creación de lo nuevo.
Bergson falleció el 4 de enero de 1941 a los 81 años. Como ya había comenzado la Segunda Guerra Mundial y él era judío, ordenó que destruyeran todos sus documentos antes de morir. Esta falta de material de archivo es una de las razones por las cuales perdió popularidad durante la segunda mitad del siglo XX.
Sin embargo, la filosofía de Bergson ha servido como fuente para los pensamientos de otros grandes filósofos, como Deleuze y, más recientemente, Frederic Worms. Incluso, su visión sobre el tiempo influenció al escritor Marcel Proust en En busca del tiempo perdido y sigue inspirando debates hasta el día de hoy.
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